Hace poco más de un año,
gracias a mi amigo Edu y su familia, pudimos visitar durante un fin de semana la
ciudad de Santander. Edu es un enamorado de su tierra y la verdad es que no es
para menos. Es por ello que hoy
quiero compartir nuestra experiencia.
Viajar en invierno tiene
sus riesgos y nosotros cogimos frío y lluvias pero aun así visitamos todo lo
que pudimos e intentamos disfrutar al máximo de la gastronomía del lugar.
Comer sobaos pasiegos y
quesadilla todos los días y disfrutar de platos típicos como el cocido
montañés… mmmmm!!
Imprescindible una vuelta
por la península de La Magdalena. Nosotros fuimos desde la playa Los Peligros. El Palacio de La Magdalena, que es una
construcción de principios del siglo XX, estaba muy tranquilo y pudimos visitar
toda la península donde incluso hay un mini zoo gratuito con piscinas que se
nutren con agua marítima. Es un espacio curioso y bonito de visitar. La verdad
es que toda la península es muy bonita y ofrece unas vistas de la ciudad y del
faro del Mouro estupendas. En verano poder disfrutar de sus playas ha de ser un
muy buen plan. Y lo mejor reponer fuerzas con unos quesos, unas rabas y una
sidra en Bodega Cigaleña
Hay un restaurante imprescindible que no pudimos dejar de visitar Dias Desur. Una carta divertida y buenísima en un lugar desenfadado con una arquitectura y un diseño interior que nos encantó (lástima que no llevábamos la cámara encima) Un poco de Sur en el Norte nunca sienta mal!!
Visitar a la Playa del
Sardinero, donde practicar un poco de surf para principiantes es genial, sobre
todo estos días de tormenta. Y comer en Restaurante Balneario La Magdalena una
tabla de pescado (también tienen carnes buenísimas!) casi tocando la orilla del mar fue una recomendación genial.
No dejamos de aprovechar
para visitar un poco Cantabria. Las Cuevas de Altamira, Santillana del Mar, Suances, Comillas,… Lo
que nos dejó la lluvia.
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